Con la relación en sí, pasa algo parecido: entramos en una rutina que nos facilita que sabemos qué va a pasar. Es algo así como si tuviéramos siempre los mismos ingredientes y la misma receta, de manera que sabemos qué plato nos va a salir. A veces nos saldrá mejor y otras peor, pero desde luego no suele haber sorpresas en el menú.
Sin embargo, cuando algo se cruza en nuestro camino y algo cambia, vienen los problemas. No nos suele gustar la incertidumbre, no saber qué va a pasar ni de qué manera. Porque incluso las cosas que no nos gustan tanto de nuestro día a día se convierten en cierto modo en nuestra zona de seguridad, precisamente porque conocemos lo que va a pasar y qué va a ocurrir, tenemos en cierto sentido la seguridad de que vamos a poder enfrentarnos a ello.
Pero... el espacio seguro no dura para siempre [y pienso, ¡menos mal! Resultaría aburrida tanta monotonía y seguridad]. Con cualquier cambio o nueva circunstancia en mi pareja, de pronto me veo fuera de este área y en la zona de inseguridad, ya no sé cómo van a ir las cosas ni si voy a poder enfrentarme a esto que desconozco. Ya puede ser algo bueno, que aún así me costará encajarlo en mi día a día y hacerle un hueco en mis esquemas. Y si es malo, por descontado: ¿cómo acepto esta nueva situación?
En realidad, ya no sabemos cuál es el menú: me han quitado unos ingredientes, me han dado otros y de pronto mi vida es un nuevo episodio de Masterchef, incluyendo la presión del tiempo, los focos hacia mí y un juicio posterior de lo que vayamos a cocinar. Si es que decidimos que se puede hacer algo con los nuevos ingredientes.
Así que, cuando creas que tu relación ha llegado a un punto de inflexión, piensa que aunque quizá ahora mismo no están los ingredientes y los utensilios que ya conocías, podemos usar el cambio para apostar por una nueva receta... O empezar a pensar si realmente ésta va a ser una receta que vayas a poder disfrutar hacer.
Eso sí: sin rendirse. Primero hay que intentar sacarle jugo a lo que tenemos encima de la mesa y luego ya apostar.
“Lo que en un momento de la vida se presenta como un revés, es quizás una puerta abierta a un cambio necesario. Un aparente golpe de suerte se convierte en una pesadilla de compleja gestión y superación.”Álex Rovira (1969), escritor y conferenciante español
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