domingo, 14 de febrero de 2016

¿San Valentín lo ha "inventao" el Corte Inglés?

  No. No lo han inventado ellos (ni Bloomingdale's, tampoco). ¿Conocéis la historia? Entre muchas teorías, parece que el sacerdote Valentín fue un mártir que fue ejecutado por no renunciar al cristianismo y por haber casado a soldados durante una época en la que estaba prohibido. ¿Qué mejor regalo que asegurarte de pasar el resto de tu vida con la persona amada?

  Pero hoy en día, cuando hablamos de regalos no pensamos precisamente en ese regalo del compromiso. Es por eso que muchas personas se han decantado por estar en contra del día de hoy, porque parece haberse centrado en la parte consumista y capitalista (demasiado ñoña, incluso), en lugar de pensar en el compromiso y el afecto que une las parejas. Pero os invito a no cerraros en banda contra San Valentín. Porque en realidad, días así hacen falta. Y no necesita de grandes cosas para ser importante.

  San Valentín es una de esas cosas que hay que negociar. En una relación, hay muchas decisiones que se tienen que tomar juntos, muchas cosas que deben ser negociadas y que surgen en base a un acuerdo de las dos partes: ¿Nos vamos a regalar algo? ¿Nos vamos a reservar esa noche para cenar? ¿Lo dejamos para otro momento? ¿Es una fecha que uno de los dos desde hace años celebra con familiares o amistades? Lejos de quitarle la magia a este día, negociar y hablar de lo que San Valentín supone para una pareja, evitará algún que otro disgusto. 

  Celebrar algo nos invita, de alguna manera, a echar la vista atrás: todo lo que hemos vivido juntos, el camino que se ha recorrido, el tiempo. Y siempre, siempre, es mejor echar ese vistazo atrás brindando con otro.

  Y celebrar no tiene por qué ser el 14 de febrero. Tenéis 365 días al año (e incluso uno extra en años como éste), para recordar el cariño que os tenéis: el día que os conocisteis, la fecha de vuestra boda, la vez que os reconciliasteis tras una ruptura, el viaje en que os disteis cuenta de lo mucho que sentíais el uno por el otro...

  Celebrar San Valentín puede ser algo bonito y constructivo, entendido como una fecha en que nos reservamos un ratito (una vez más, en ese rincón que dio nombre a este blog) para estar juntos, para dedicarnos tiempo, para cuidarnos.  Igual que cada año celebramos momentos en la Historia que ocurrieron hace cientos de años, la cuestión es no olvidar la importancia de los días de vuestra historia.
  
“Y los 14 de febrero enviarte mil flores, un detalle espero valores.
Te regalo, Carlos Baute (2009)

lunes, 1 de febrero de 2016

No hacer nada... Pero hacerlo contigo

  "Entonces, ¿qué hacemos hoy?", nos repetimos una y otra vez, como si no hubiera mil posibilidades con las que entretenernos. Como detenerse a contar los lunares de quien tienes frente a ti. Leer por encima del hombro un párrafo de su libro cuando te acabas el tuyo. Aprenderse de memoria las yemas de los dedos hasta conocerlas como la palma de tu mano, pero las suyas. Perderse en historias y recuerdos, pero para conocer un pasado que no compartisteis. Hablar de sueños y proyectos, hasta conseguir soñar lo mismo aunque no durmamos a la vez. Usar tooodos los sentidos: mirar, tocar, oír.

  Ese dolce far niente. No hacer nada, pero hacerlo juntos, en el mismo sitio y al tiempo. Disfrutar simplemente de un "tú y yo" en un "aquí y ahora". Y respirar tranquilos.

  Hace unos días oí decir a alguien que hay muchas cosas que hacen que un vino sea un buen vino: una buena uva, una barrica bien cuidada, un adecuado control en la producción, un descorche óptimo... Y, sobre todo, con quién compartes la copa y en qué condiciones.

  Ciertamente, quién te acompaña puede hacer de algo cualquiera, algo extraordinario. Y esto no solo ocurre con una copa de vino (ni mucho menos ocurre únicamente si compartimos esos planes en pareja). Cada día hay mil cosas que mejoran por lo que tenemos al lado, por lo que hay a nuestro alrededor o por lo que nos ha ocurrido a lo largo del día.

  Muchas veces confundimos el estar con el hacer, convirtiendo cada rato en pareja en una vorágine de planes, como si sumara más puntos quien más hiciera. Confundimos la cantidad con la calidad.
  
  Y es que no se trata de hacer grandes cosas ni planes demasiado exigentes, sino de disfrutar en pareja de lo que se está haciendo... De beber a sorbos cada uno de esos momentos, para conseguir que la botella siga siempre medio llena.
  
“No se puede explicar, es ese bienestar, esa alegría del corazón que se siente por el solo hecho de que el otro esté cerca.
Seguir sin ti, Jorge Bucay y Silvia Salinas (2009)