martes, 24 de noviembre de 2015

Cuando lo pequeño ocupa mucho

  En las novelas, las películas y las canciones de amor, hay un gran momento (casi siempre cerca del final) que busca emocionarnos y hacer que queramos conseguir lo mismo en nuestra propia vida. De hecho, solemos esperar que los momentos importantes vengan de la mano de algo que sería digno del mejor episodio de una serie, como si valieran más por ser más ruidosos, más reconocidos, más grandes. Pero a veces, esperando ese gran momento, obviamos los pequeños detalles.

  La cuestión es que esos pequeños gestos son los que al fin y al cabo hacen que nos enamoremos a diario. Y éste es el objetivo que deberíamos perseguir en nuestra pareja: ver cada día algo (por pequeño que sea) que me acerque a mi pareja y me haga sentir que bien vale todos los esfuerzos que hago.

  Imaginemos un jarrón cilíndrico. En ese jarrón, podríamos meter una gran roca que cupiera perfectamente: no sobresaldría por encima ni arañaría las paredes por dentro. La roca podría ser perfecta para el tamaño de ese jarrón. Por decirlo de alguna manera, cumpliría las expectativas. Pero inevitablemente, seguirían quedando huecos, porque los bordes no estarían aprovechados.

  Sin embargo, si en lugar de una única piedra enorme, optamos por ir rellenando el jarrón con pequeñas piedras, aprovecharemos más el espacio, llegaremos a todos los rincones y podremos utilizar los huecos para ir metiendo otras piedrecitas de distintos tamaños hasta llenarlo. Puede que, si hemos elegido bien las piedras que ir metiendo, este jarrón llegue a pesar incluso más que en el que únicamente había cabido una roca.

  Con los detalles en pareja ocurre algo parecido: podemos tener un jarrón preparado para aguantar el peso y el espacio de un gran detalle por parte de la otra persona, pero será mejor ir aprovechando y apreciando las pequeñas cosas para que el jarrón no termine por quedarse vacío. Pero además, no debemos olvidar esa búsqueda a lo largo del tiempo, ya que si llenamos el jarrón con el primer gran gesto que nos regale, quedarán huecos sin aprovechar.

  Buscad vuestro guiños y vuestros momentos juntos. Incluso entre guijarros pueden caber pequeñas chinitas que nos encontremos por el camino. Y cuanto más peso haya en el jarrón... una mayor felicidad a largo plazo.
  


“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad.
Pearl S. Buck (1892-1973), escritora estadounidense y Premio Nobel de Literatura en 1938

martes, 17 de noviembre de 2015

Bajar el telón

Adiós. Qué difícil es soltar y decir adiós. Sobre todo cuando aquello que soltamos ha sido algo que nos ha hecho feliz durante mucho tiempo, durante años. Pero es que cuando la cuerda aprieta... Sí hay que soltar. 

¿Cómo sabemos si aprieta? Si en lugar de sostenerme me duele. Hernán Sabio lo describe de esta forma: "A veces es mejor dejar ir lo que te hace daño que persistir en el dolor". Y ahí está la cuestión, en que a veces es mejor así. Al principio nos aferramos a ello porque tenía un gran valor y estábamos a punto de perderlo. Pero hay que entender que no podremos aguantar mucho tiempo agarrados a esa cuerda sin hacernos heridas. 

Hay veces que tenemos clarísimo que estamos en una relación que no es la adecuada, tenemos la seguridad y convicción de que no es algo que queremos o que hay una cierta incompatibilidad. Es simple (aunque esto no signifique que vaya a ser fácil), sentimos que sabemos lo que queremos hacer y encontramos la forma de hacerlo.

Pero otras veces, es mucho más complicado. Nos resistimos a bajar el telón. Estamos de pie en el escenario, esperando a que pase algo que merezca la pena actuar y que levante el ánimo y provoque vítores y aplausos. Sin embargo, el peligro de esperar es que se nos van pasando las ganas de actuar; incluso cuando llega un buen guion, llevamos tanto tiempo esperando ese gran acto que mejore la obra, que ya ni siquiera merece la pena el esfuerzo.

Y cuando dejamos de esforzarnos, nos sentimos atrapados entre bambalinas. ¿Cómo vamos a transmitir la emoción y el entusiasmo si ni quiera lo sentimos nosotros mismos?

Despidámonos del reparto como merece. Aplaudamos todas esas escenas que tanto nos emocionaron y que hicieron que esperara más. Quitémonos el sombrero ante una actuación brillante. Pero después... hay que apagar las luces y dar por finalizada la función.


“Pasan los años. No te imaginas cuánto te he querido. Estando a tu lado ha sido todo tan bonito. [...] Que se ha acabado la magia... Y hay que bajar el telón”.
Bajar el telón, Jaula de Grillos (2007)