martes, 24 de febrero de 2015

Te lo dedico

 En una semana como ésta, con la resaca de los Oscar y de la época de premios, galas y entregas, me sale pensar en ese momento en que los ganadores reciben el galardón, el momento en que se paran a pensar en las personas que más quieren o que han hecho algo por ellos y les dedican el premio.
  ¿Os imagináis vosotros dando las gracias a vuestra pareja cada vez que vuestro jefe os diera un feedback positivo u os diera una palmadita en la espalda? ¿Os veis dedicándole el sueldo a vuestra familia? La verdad es que resultaría raro... como mínimo.
  Pero ¿acaso no hay algo de sincero y honesto en esos agradecimientos? Si nos paramos a pensarlo, la vida laboral de los actores y cineastas puede resultar un tanto difícil de compaginar con la vida familiar y sentimental: trabajo intermitente, inversiones en proyectos que no siempre suponen ganancias, la fama (con la consecuente persecución de periodistas), los compromisos y los eventos... No todo es tan idílico y perfecto como imaginamos y quizá sí que hay una parte que se debe agradecer y reconocer.
  Así que hoy os propongo algo para esta semana o para este final de mes (que está tan cerquita) que se puede llegar a convertir en una costumbre habitual: agradezcamos a nuestra pareja lo que hace por nuestra vida laboral.
  A veces nos acostumbramos y damos por hecho lo que entra en nuestra rutina, dando por sentado que el otro está obligado a ayudarme y olvidando que, en realidad, en una pareja elegimos hacer por el otro. Tampoco me malinterpretéis, está bien esperar algo cuando ya está acordado y no nos tenemos que ir al extremo más alejado de agradecer cada mínimo paso y cada detalle que el otro hace por mí. Pero también hay ocasiones en que quizá pasamos por alto el esfuerzo que han puesto.

   Por eso hoy os invito a pensar qué es lo que puede estar haciendo por vosotros vuestra pareja en este ámbito: quizá me está ayudando a buscar trabajo o ha invertido conmigo en un proyecto que quería poner en marcha; a lo mejor me ha hecho un favor mientras yo estaba en una reunión fuera del horario habitual; o tal vez cuando llego a casa después de un día largo me deja desahogarme o me ayuda a resolver algún problema; incluso, puede que haya días que aguantarme con el mal humor con el que llego sea más que suficiente.

  Recuerda que no se trata de agradecer cada mínimo detalle, pero sí que es importante apreciar lo que otro hace por mí y valorar lo que realmente me gusta y agradezco que haga (si solo nos quejamos de lo que no hace, al final es como si tuviera el foco puesto en lo que no me gusta).
“Sentir gratitud y no expresarla, es como envolver un regalo y no darlo.”
William Arthur Ward (1921-1994), escritor estadounidense

martes, 17 de febrero de 2015

Mía. Tuya. ¿Nuestras?

  Mi familia es mi familia y su familia es su familia. Pero ¿su madre, mi suegra? ¿En qué momento empezamos a considerar a la familia de mi pareja como propia? (Quizá penséis que el ejemplo de la suegra no es el más acertado... pero en realidad es el mejor, intentemos desmarcarnos de los estereotipos).
  Lo común es pensar que a lo mejor "la otra familia" empieza a ser nuestra en el momento en que nos casamos o en que tenemos un hijo, como si ese compromiso a largo plazo fuera lo que hace falta para unirnos. Pero también hay parejas que no llegan a casarse o que no tienen hijos en común. ¿Qué pasa entonces? ¿Dónde ponemos el comienzo?

  Posiblemente empecemos a considerar más cercanos a cada uno de los miembros en función de varias cosas: nos será más fácil hablar con los que tengan una edad similar, cogeremos más cariño a aquellos que al principio nos dieran una mejor bienvenida, sentiremos más "nuestros" a quienes hayan llegado después de nosotros (por nuevas parejas o nacimientos), charlaremos más con las personas con la que tengamos más intereses en común...
  Y justo ahí está la cuestión, no podemos olvidar que siempre tendremos, como mínimo, una cosa en común con la familia de mi pareja: mi pareja.

  Es frecuente entrar en una escalada para luchar por el cariño y el tiempo que nos dedica esa persona, cuando en realidad eso nos separa de su familia y, en consecuencia e indirectamente, acaba alejando a mi persona de mí o de ellos: de alguien a quien quiere. 
  Nombraba antes a la suegra, con quien siempre parece haber una gran rivalidad. Tenemos que aceptar compartir a mi pareja, saber en qué parcelas o territorios la familia política tiene ventaja y en qué momentos la tengo yo. Porque cuanto mayor sea el conflicto, más posibilidades hay de que mi pareja tenga que tomar una decisión y decantarse por uno de los equipos.
  Debemos pensar que en el momento en que estamos en una pareja y entramos en su familia, es como si fuéramos ramas de un mismo árbol. Y si las ramas de un equipo pesan más que el otro porque mi pareja se ha ido a un extremo, lo más probable es que el árbol se venza y no consiga mantener el equilibrio.

  Por eso, tenemos que comunicarnos con nuestra pareja antes de entrar en un conflicto familiar, negociar cuáles son las cosas que limitaremos a uno y otros y cuáles podremos compartir y de qué manera. Un truco para hacerlo más fácil es que primero lo hablemos en pareja pero luego sea cada uno el que lo comente a su familia; porque no suena igual "Mamá, no nos gusta mucho cuando haces esto" que "suegra, no soporto que hagas esto".

  Recuerda que, al igual que pasa con nuestra propia familia, a la familia política no la elegimos, pero es la maleta con la que entra en nuestra vida la persona a la que sí hemos elegido. Y, por eso, aunque sea de forma indirecta y distinta, también son nuestra familia y tenemos que convivir y compartir con ellos, aunque eso no significa que automáticamente los vayamos a querer: ese afecto lo tendremos que ir construyendo con respeto, calidez y un buen trato.

lunes, 9 de febrero de 2015

Sin ti no soy nada... Sin ti soy mucho.

  Muchas veces nos dejamos llevar por el romanticismo y la necesidad de seguridad que nos aporta una pareja, pensando que si esa persona no existiera, nosotros no podríamos existir. Lo cierto es que no me lo había planteado mucho, hasta que hace unos meses una amiga me hizo despertar con respecto al famoso "sin ti no soy nada" (una frase habitualmente dicha, escrita e incluso cantada).
  Si nos paramos a pensarlo, estamos dándole a la otra persona el mensaje de que es dueña de nuestra vida, de que no sabríamos hacer ni ser si no estuviera a nuestro lado. Estamos poniendo a la otra persona como prioridad absoluta, por encima de nuestras propias necesidades e inquietudes. Y eso, ni es ni puede ser verdad.

  Cierto es, que cuando estamos involucrados en una relación sentimental hacemos una apuesta por esa persona y por el tiempo que vamos a pasar juntos. Apuesto que me hará sentir bien y puede que incluso me complemente con cosas que me faltan o me “contagie” de aficiones y gustos que hasta entonces no eran míos. Pero nunca dejaré de ser yo. 
  La verdadera afirmación es que sin mí no soy nada. Y sin el otro, soy muchas cosas: cosas que era antes de conocerle, que soy cuando no estoy con él o ella y que seguiré siendo incluso si la relación termina.

  Y es que tenemos en mente el amor romántico de Romeo y Julieta, que murieron por amor al imaginarse una vida sin el otro. Pero no podemos obviar su situación personal, sus familias enfrentadas que les harían la vida imposible. No podemos olvidar tampoco que transcurre en otra época, la Edad Media, y que eran adolescentes (y ya sabemos que es una época muy emocional). Y, por encima de todo, no podemos ignorar que se trata de una tragedia, una obra dramática con conflictos de apariencia fatal.

  Por eso, lo que debemos pensar es que mi pareja me suma, pero cuando se aleja no me resta (¡y mucho menos me deja a cero!). Así que, la próxima vez que mires a tu pareja y tengas la sensación de que quieres compartir la vida con él o con ella, cuando te embargue ese sentimiento de enamoramiento, recuerda que lo que quieres es ser más a su lado. Pero que, en realidad, sin esa persona eres mucho.


“Nadie pierde porque nadie posee a nadie. Y ésta es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante sin poseerlo.”
Paulo Coelho (1947), novelista y letrista brasileño

lunes, 2 de febrero de 2015

¡Comenzamos!

Después de darle muchas vueltas (al título, al qué, al cómo…), nace Nuestro rincón de siempre, un blog en el que escribiré sobre la vida en pareja, sobre lo bueno y lo malo, sobre lo que debemos potenciar y lo que deberíamos evitar.
reservado-mesa1Inspirada por la música, por una de mis canciones favoritas y por la misma mesita que cuida que el rincón de siempre permanezca reservado, nombro así al blog, pensando en el espacio que se crea entre dos personas que están en una relación. Escribiré sobre lo importante que es reservar ese espacio y dedicarle tiempo, incluso cuando el día a día parece ponerlo difícil.
Para mí, este nacimiento es un día importante y espero que os resulte interesante, que os haga pensar y, sobre todo, que os haga sentir todo lo que yo intentaré poner en palabras. Concibo este blog como un espacio en el que poder compartir mis inquietudes y reflexiones sobre la pareja y las relaciones, un tema que me apasiona y me encanta y a lo que me dedico también profesionalmente.
Os dejo con la siguiente reflexión y doy por inaugurado Nuestro rincón de siempre, un rincón que espero sintáis pronto como vuestro.
“Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender.”
Françoise Sagan (1935-2004), escritora francesa