jueves, 24 de septiembre de 2015

Te perdono

  El perdón es un tema pedregoso en cualquier relación. Porque a veces pensamos que pedirlo implica una pérdida de orgullo, darle la razón al otro, dejar de luchar por lo que queremos... Nos es difícil disculparnos. Ya hablamos de ello hace un tiempo, de cómo es importante disculparse con las personas más cercanas y que más queremos. Pero hoy hablamos de lo que pasa después: de perdonar.

  Por un lado tenemos a alguien a quien le está costando disculparse y por el otro a alguien que de pronto está en posición de decidir si seguimos bien o no. Pero no es eso lo que hay que decidir. El que recibe el perdón debe saber si de verdad está dispuesto a aceptar esa disculpa, si de verdad quiere perdonar... con todo lo que implica.

  Porque no vale aceptar el perdón si no hay aceptación. "Perdono pero no olvido" no nos vale en una relación de pareja, porque entonces estamos guardando esa ocasión como una cuenta pendiente, para cuando pueda usarlo como reproche. 

  Así que para empezar, tiene que haber un reconocimiento verbal. No hace falta que sea un gran discurso, pero la otra persona tiene que saber que hemos recogido su arrepentimiento o propósito de mejora y que lo entendemos. Incluso cuando sentimos que no es algo por lo que tenga que disculparse (porque no lo hemos considerado tal error), hay que valorar sus emociones y su intención: "Pues la verdad es que yo no le había dado tanta importancia, pero claro que te perdono" es suficiente para liberar al otro de algo que claramente pensaba o sentía.

  Y luego... luego están los grandes perdones. Seguro que con el ejemplo anterior nos hemos imaginado algo muy nimio (como para que yo no me hubiera dado cuenta, muy importante no ha debido de ser, ¿no?). Pero claro que hay grandes problemas que nos ponen entre la espada y la pared: ¿seguimos juntos después de esto? 

  Que haya perdón y reconocimiento es necesario. Pero es casi igual de necesario que por la otra parte haya un perdón y una aceptación... Porque si no, nos quedaremos enganchados inevitablemente en "aquella vez que tú..." y eso no nos va a ayudar nada en nuestro día a día. Hay que encontrar la forma de seguir caminando.

  Caminando juntos o separados... Pero no podemos esperar que el perdón cure mágicamente lo que haya pasado: requiere mucho esfuerzo volver a empezar tras un punto de inflexión.


“Perdona sinceramente [...]. He aquí la prueba más dura a que puede ser sometido el amor”.
Louis Bourdaloue (1632-1704), predicador francés

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