Pero no vengo a hablaros de eso. Pretendo hablaros de las reacciones que ha levantado esta historia entre otros de mis conocidos y de los comentarios que me han hecho al contar esta historia. Os recojo algunas de ellas:
- "Pues a ver cuánto les dura..."
- "Ya se cansarán de estar toda la vida juntos"
- "¿Y después de tanto tiempo tenían ganas de más?"
- "¿Por qué se han casado? ¡Con arrimarse vale!"
- "No llegan al primer aniversario de boda..."
Es como si la separación fuera parte de la vida en pareja y como si separarse fuera un paso más en el ciclo vital de la familia. Espero que no se malinterpreten mis palabras: afortunadamente existe el divorcio, y ya no tenemos que estar atados a quienes no queremos y a una vida que no nos satisface como pensábamos. Pero no es obligatorio separarse ni hay una fecha fija para ello.
Cada relación es una historia distinta, cada pareja lleva sus ritmos y cada matrimonio tiene sus tiempos. Y sin embargo, parece que desde fuera nos enganchamos en apostar que algo va a ir mal y que lo que vemos se va a acabar.
Como espectadores, debemos vivir con esa pareja lo que nos dejen vivir: compartir aquello de lo que nos hacen partícipes desde la emoción en la que nos están invitando, siempre dejando de lado nuestras propias impresiones y opiniones, ya que quizá esa pareja está haciendo grandes esfuerzos por seguir juntos porque lo que obtienen es mejor y más importante que lo que pierden.
Incluso aunque no me guste cómo han cocinado las perdices.
“Produce una enorme alegría ver que se puede avanzar si uno se lo propone de verdad.”Enrique Rojas (1949), médico español
No hay comentarios:
Publicar un comentario