Ese dolce far niente. No hacer nada, pero hacerlo juntos, en el mismo sitio y al tiempo. Disfrutar simplemente de un "tú y yo" en un "aquí y ahora". Y respirar tranquilos.
Hace unos días oí decir a alguien que hay muchas cosas que hacen que un vino sea un buen vino: una buena uva, una barrica bien cuidada, un adecuado control en la producción, un descorche óptimo... Y, sobre todo, con quién compartes la copa y en qué condiciones.
Ciertamente, quién te acompaña puede hacer de algo cualquiera, algo extraordinario. Y esto no solo ocurre con una copa de vino (ni mucho menos ocurre únicamente si compartimos esos planes en pareja). Cada día hay mil cosas que mejoran por lo que tenemos al lado, por lo que hay a nuestro alrededor o por lo que nos ha ocurrido a lo largo del día.
Muchas veces confundimos el estar con el hacer, convirtiendo cada rato en pareja en una vorágine de planes, como si sumara más puntos quien más hiciera. Confundimos la cantidad con la calidad.
Y es que no se trata de hacer grandes cosas ni planes demasiado exigentes, sino de disfrutar en pareja de lo que se está haciendo... De beber a sorbos cada uno de esos momentos, para conseguir que la botella siga siempre medio llena.
“No se puede explicar, es ese bienestar, esa alegría del corazón que se siente por el solo hecho de que el otro esté cerca”.Seguir sin ti, Jorge Bucay y Silvia Salinas (2009)
No hay comentarios:
Publicar un comentario