lunes, 15 de junio de 2015

Padres primeros, pareja primeriza

 Para muchas parejas, llega el punto en el que parece que una cosa puede hacer más perfecta su vida juntos: la llegada de los hijos. Y es que parece que es el punto culmen del amor hacia el otro, compartir con esa persona la llegada de alguien más especial todavía.

  Sin embargo, con la llegada del primer hijo, no solo somos padres primerizos: somos pareja primeriza. Porque de pronto, ya no hay un único protagonista en la vida y la familia que estoy construyendo. Es un momento en que todo lo conocido se vuelve desconocido, aparecen nuevas situaciones que tenemos que aprender a controlar, descubrimos virtudes y defectos en el otro y su forma de interactuar con el bebé, tenemos menos y compartimos con uno más. El cambio está asegurado. Pero la pareja tiene que encontrar la manera de sobrevivir. 
  Por supuesto que al principio nos debemos centrar en el pequeño bebé que revoluciona (y mejora) nuestro hogar y nuestras vidas, pero poco a poco tenemos que ir recuperando la normalidad en la pareja. Es como si de repente, con la venida del peque,  volcáramos todo nuestro amor, nuestro tiempo y nuestro cariño en él; con el paso del tiempo, debemos ir entendiendo que no es incompatible el amor hacia uno y otro, sino que se puede querer mucho a muchos. Y eso es algo que tenemos que aprender a base de compartir.

  El primer paso será acercar posturas en lo que a la crianza se refiere (hablamos hoy de ello también en http://blog.gadepsi.com/2015/06/aprender-a-ser-padres-siendo-equipo/), pero hay otras cosas en las que acercarnos. Una de ellas, el tiempo dedicado a la pareja. Nuestra relación sigue siendo algo que hay que cuidar, que hay que trabajarse cada día: mediante guiños, pequeños ratitos de conversación que no giren solo en torno al bebé, compartiendo tiempo libre (llegará el momento en que pudiendo dejar al pequeñín o a la pequeñina con alguien más, en quien confiemos y nos dé cierta libertad), teniendo momentos de intimidad y de privacidad, manteniendo “nuestros momentos” (celebraciones o ese día al mes que tenemos una cita en nuestro restaurante favorito, por ejemplo) y, llegado el momento, recuperando la pasión.

  El sexo tras la llegada de los hijos es un gran temor en las parejas primerizas. Para empezar, tenemos la recuperación física de la mujer después del parto o de la cesárea (la temida cuarentena), en que no va a ser algo que se pueda o apetezca hacer. Y luego le sumamos buscar el momento, que podamos despertar al bebé, que el bebé nos pueda interrumpir a nosotros… Puede resultar muy frustrante al principio encontrarnos con estos nuevos obstáculos, pero tendremos que buscar la solución y dar rienda suelta a la imaginación (que en el sexo nunca sobra).

  Así que, tranquilidad y paciencia. Solo necesitamos tiempo para pasar del te quiero exclusivo a nuestra pareja a un “os quiero”, conservando siempre pequeñas parcelas para cada uno. Porque cuanto mejor se encuentre la pareja, mejor base seremos para el hogar y la familia.

  
“Solo dos legados duraderos podemos dejarles a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas.”
Hodding Carter (1907-1972), periodista americano

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